
Las fiestas en San José ya son parte habitual del fin año. No hay celebraciones sin tope, fiestas, tamales y muchas otras tradiciones propias de esta época en la que los ticos disfrutamos con tardes soleadas y noches ventosas.
Desde que los colonizadores llegaron a América, las tradiciones y costumbres relacionadas a la Navidad y el Año Nuevo se fueron incorporando poco a poco en nuestra sociedad.
Tradiciones Josefinas
Las actividades festivas para fin de año se concentraron durante mucho tiempo en los alrededores del Parque Morazán y el Parque España (antes Plaza de la FANAL). Desde inicios del siglo XX, ya era común escuchar sobre corridas de toros y otros festejos populares que se organizaban justo en esa plaza de la FANAL.
Esas fiestas contaban con “corridas a la tica”, comidas, chinamos de distintas índoles, luego pasaron a Plaza González Víquez y terminaron donde hoy se encuentran: en la explanada de Zapote.
También se construyó una plaza de toros casi permanente, por el actual Hospital de Niños, que se llamó la Plaza Solera.
Según el historiador Vladimir de la Cruz estos festejos tienen su origen en los turnos de los pueblos.
Los turnos fueron primero, porque eran más de la localidad, las Fiestas Populares fueron apareciendo conforme fue creciendo la población. Los turnos eran más propios de las comunidades pequeñas y siguen siéndolo” Vladimir de la Cruz.
Esos turnos llegan a aparecer por influencia de las iglesias, pues los utilizaban para las celebraciones de santos y patronos de cada una de las localidades donde se efectuaban. El nombre “Turno” proviene de la decisión que se tomó para regularizar ese festejo y que no se dieran dos o más a la vez, pues cada parroquia tenía su turno para realizarlo.
Kiosco Navideño
El actual Templo de la Música surgió de la necesidad, en 1920, de tener un espacio para las actividades de Navidad y fin de año.
El 23 de abril de 1920, el periódico La Tribuna informaba que había terminado la demolición del (antiguo) quiosco del Parque Morazán: “Ahora se trata de saber qué se hará allí: si el nuevo kiosco como se había pensado, un tanque de agua o se dejará el campo desocupado”.
“Esa es cuestión que debe resolverse luego, pues las retretas en aquel lugar hacen falta”. Por esto, el mismo año, pero faltando sólo tres semanas para el 25 de diciembre, la Comisión de Festejos encargó, al arquitecto José Francisco Salazar, el diseño y la construcción de una obra que llenara aquel vacío urbano.
De inmediato, Salazar organizó una cuadrilla que trabajó sin descanso hasta que la construcción estuvo terminada el día 24, para ser inaugurada en la noche de Navidad de 1920 con la coronación de la reina de los Festejos Populares.
Fue así como apartir de 1920 el Templo de la Música comenzó a formar parte de las actividades navideñas en nuestra capital.
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